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COEUR FIDÈLE (1923), de Jean Epstein.

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COEUR FIDÈLE (1923). Jean Epstein. Confeccionar listas de películas, actores o actrices preferidos es un ejercicio muy común entre los cinéfilos. Como nos pasará a todos, las diez o quince primeras son puestos en los que es difícil colocarse. Y, como esto no tiene fin y constantemente seguimos descubriendo o redescubriendo obras que nos atrapan, hasta tengo un sentimiento de tristeza cuando debo hacer entrar en la parte alta a una, teniendo que relegar a otra, como si fuera un acto de “traición” envenenado a películas a las que dotas de alma y luz. Cartel de la película. Te das cuenta de que, al igual que la vida fluctúa, de la misma forma lo hace esta lista. Va engrosando sin remedio, pero, unas veces por circunstancias, y otras por el encuentro, ya sea casual o intencionado, la élite del listado se transforma. Se actualiza, pero a la vez siempre hay algunas que permanecen intactas e inamovibles. Recurres a ellas otra vez y da igual el contexto o etapa de tu vida, siempre te agarran y

THE SWIMMER (1968), de Frank Perry.

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THE SWIMMER (1968). Frank Perry. “The swimmer” fue un proyecto complicado desde su inicio. Lo que parecía iba a desarrollarse en el contexto de una modesta producción de cine independiente con escaso presupuesto, siendo en principio una idea del matrimonio Perry, se convirtió en algo más ambicioso al entrar una estrella como Burt Lancaster –que había leído el libro en que se basa– como protagonista absoluto y eje sobre el que gira esta historia singular. Esto triplicó el presupuesto y obligó a entrar en la producción a Sam Spiegel, reputado productor.  Esta adaptación de un relato corto de John Cheever, no estuvo exenta de dificultades con el director Frank Perry, al cual Spiegel acusó de abusar del zoom, la cámara lenta y exceso de planos oníricos. Tampoco su relación con Lancaster fue buena, lo cual motivó que fuera apartado del rodaje, sustituyéndole Sydney Pollack con la aportación de dinero propio del actor. Esto propició que la película se estrenara dos años después de su rod

LE JOUR SE LÈVE (1939), de Marcel Carné

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LE JOUR SE LÈVE (1939). Marcel Carné. El Polar más conocido es en gran medida deudor de arquetipos y ambientes que superaron el mero esbozo en las primeras décadas del cine francés. Si ya en la vanguardia observamos historias planteadas en los bajos fondos y arrabales con gran acierto, la etapa del Realismo poético consolidó personajes con una pátina naturalista por su procedencia social arrancada de las capas más bajas y marginales con personajes desertores, ex presidiarios, desarraigados, proxenetas, prostitutas, legionarios, maleantes, criminales, emigrantes, así como en su especial topografía edificada en torno a muelles, la “banlieu”, pensiones de mala muerte, peligrosos callejones, fríos espacios industriales, clubes, o suburbios con mezcla multicultural. L'Étrange monsieur Victor (1938). Jean Grémillon. Pépé le Moko (1939). Julien Duvivier. La aportación de este movimiento teñida de un realismo negro y contextualizada en la época del auge del Frente Popular en el país, revis