THE SWIMMER (1968), de Frank Perry.

THE SWIMMER (1968). Frank Perry.

“The swimmer” fue un proyecto complicado desde su inicio. Lo que parecía iba a desarrollarse en el contexto de una modesta producción de cine independiente con escaso presupuesto, siendo en principio una idea del matrimonio Perry, se convirtió en algo más ambicioso al entrar una estrella como Burt Lancaster –que había leído el libro en que se basa– como protagonista absoluto y eje sobre el que gira esta historia singular. Esto triplicó el presupuesto y obligó a entrar en la producción a Sam Spiegel, reputado productor. 
Esta adaptación de un relato corto de John Cheever, no estuvo exenta de dificultades con el director Frank Perry, al cual Spiegel acusó de abusar del zoom, la cámara lenta y exceso de planos oníricos. Tampoco su relación con Lancaster fue buena, lo cual motivó que fuera apartado del rodaje, sustituyéndole Sydney Pollack con la aportación de dinero propio del actor. Esto propició que la película se estrenara dos años después de su rodaje, que tuviera una fría acogida y que el productor no quisiera ni aparecer en los títulos de crédito. Sin embargo, el empeño de Burt Lancaster hizo que viera la luz y que fuera la que él consideraba su película favorita.

El autor del relato "John Cheever".

Sin embargo, a mí me parece una historia muy interesante. La he visto muchas veces, siempre he querido escribir sobre ella, pero temía no poder hacerle justicia, en gran parte por respeto al enorme actor, un ya maduro Burt Lancaster, que guardaba un gran cariño a este personaje, del cual se sentía muy satisfecho y eso que esta gran actuación rivalizaba con la excelsa “Il Gattopardo”, “Separated tables”, “The gipsy moths” o “Sweet smell of success”. Papeles muy distintos entre sí que no hicieron más que manifestar su enorme capacidad interpretativa en su madurez y su viveza a la hora de buscar películas y directores poco habituales y relevantes.

Cartel de la película. No aparece en créditos Sydney Pollack.

Creo que su pasado laboral, tan basado en el físico, le hizo sentirse muy a gusto en esta película en la que da rienda suelta a sus aptitudes, tal como le pasó en la película “Jim Thorpe”, de Curtiz, el atleta indio que ganó tres medallas en los JJOO y que le fueron retiradas posteriormente. 
En ellas dos y en otras anteriores como “The flame and the arrow”, de Tourneur, se hallaba como pez en el agua, entrenaba de forma sistemática y se cuidaba más que nunca. Como no le gustaba nadar, contrató a un entrenador de la UCLA y pasó mucho tiempo en una piscina obligando a sus hijos a entrenar con él a diario para que sufrieran de la misma forma.


Pero, lo que marca un antes y un después en ésta que nos ocupa es que, si bien se necesitaba un actor con un físico imponente, una buena técnica en natación y carrera, era determinante acompañarlo con madurez interpretativa, un reto para este gran actor. Ned Merrill es un hombre que encarna el éxito, la sensualidad, la atracción física, pero a la vez es un ser imperfecto y vulnerable. Y Lancaster se esmeró en crear un personaje enormemente atractivo en esas dos facetas, la exterior e interior, un personaje que va demostrando su deterioro físico y moral.

Ned Merrill goza de muy buena sintonía con los primeros vecinos que se encuentra en su viaje acuático.

La historia tiene un toque característico sesentero, con una forma de rodar especial con toques incluso algo “kitsch” de Perry, pero que la hacen más atrayente. Y su posible imperfección está redondeada con la seriedad y desgarro de las escenas que aportó Pollack, que fueron el contrapunto necesario. 
Esa dualidad provocó que se convirtiera en película de culto con el tiempo y una reivindicación de su calidad. Y la aportación de la banda sonora con la que debutó Marvin Hamslich –creador de la excelente “El golpe – le proporciona ese aura onírica, dramática y melancólica que necesita y de la que no puedes desprenderte.

Parte más extraña y onírica de la película con esa exhibición atlética y poderosa de Ned Merrill.

Ned Merrill (Lancaster) es un publicista de mediana edad muy atractivo, la viva imagen del prestigio, la popularidad y el deseo para las mujeres. Pero su personaje aparece en la película de la nada, por un bosque frondoso indeterminado, rodeado de animales, corriendo descalzo como uno más hasta que llega a un lujoso chalé, dirigiéndose hacia la piscina y visto en un bello plano desde una arboleda que lo esconde un poco, lo cual nos hace sospechar de su procedencia y su presencia. 
Con este prólogo, la historia crea un halo de rareza hacia el protagonista, el cual nos conquista desde el primer momento por su energía y vitalidad y por la calurosa acogida de sus vecinos y amigos, dueños de esa piscina en la que se desliza suavemente hasta salir de ella de forma explosiva.

Inicio de la película con Ned Merril (Burt Lancaster) exultante recibiendo una copa de la mano de un amigable vecino.

El relato se desarrolla a las afueras de Connecticut en verano, en una urbanización de clase alta, en las que poseer una buena vivienda y una gran piscina es un símbolo de bienestar basado en la economía y lo material. Un toque de distinción del que presumen ante el vecindario en continuas fiestas, resacas, esnobismos y conversaciones vacías. A Merrill se le ocurre la idea de recorrer el valle hasta su casa, a unos 10 km, “nadando” de piscina en piscina de sus vecinos, en lo que él llamará el río Lucinda, en honor a su mujer. 
Una idea extravagante que no hace sino de cargar de más extrañeza a este personaje que parece haber salido de un estado de hibernación vestido nada más que con un apretado bañador oscuro.


Este recorrido se transformará en un periplo vital, en el que cada extraño encuentro con cada vecino constituirá un nuevo aprendizaje para el nadador, que se encuentra con su pasado, con personajes con los que va perdiendo popularidad y aceptación, con una conquista frustrada, con una antigua amante que le desprecia y con personajes de clase media-baja que le recriminan su comportamiento en el pasado. 

Intento de conquista  con una antigua canguro de sus hijas.

En definitiva, asiste en directo a su declive físico, social, familiar, laboral sin dar crédito. Un camino lleno de obstáculos de un Ulises hacia su añorada Ítaca, deseando en una imagen idealizada, que Penélope le siga esperando, haciendo su tapiz interminable.


Fase de declive.

Con este interesante personaje y su paso por el vecindario, asistimos a una ácida crítica hacia la clase alta estadounidense, al “American way of life”, al sueño americano, retratando a unas gentes frías, miserables y superficiales hasta el extremo. Algo muy parecido a la magnífica “Strangers when we meet” de Richard Quine o “American beauty” de Sam Mendes.
Como curiosidad, añadir que John Cheever hace un cameo en la película en la fiesta multitudinaria, así como el matrimonio Perry.

Ned y una antigua amante.

Burt Lancaster se desnuda por fuera y por dentro en esta gran película y, sobre todo, en ese final dramático que no desvelaré, en que nos regala una secuencia impactante y conmovedora, tan cargada de intensidad que pone los vellos de punta.

Final desconcertante e impactante.



-¿ Podría explicarnos algo de su extraño personaje, Mr Lancaster?
- Regreso al hogar en esa hora abrasadora del estío. Necesito recordar, pero no lo consigo. He debido perder la última batalla y con ella la guerra. Han debido herirme en alguna estancia de la memoria. Puede incluso que esté muerto. Vengo de los bosques, vengo de los cementerios, regreso al hogar a través de la campiña, cruzando los ríos, por los sangrientos campos de mis victorias, sembrados por los cadáveres que dejé a mi paso. Soy Ulises, rey de Ítaca, aunque tampoco estoy seguro. Me miran con asombro, me miran con recelos, con temor, me miran con desprecio. Por fin, alguien me mira con cariño, intento agarrarme a ese ángel, es puro, su vientre es un monte de trigo y miel. ¡Oh, Dios! la he manchado con la sangre de mis heridas, la he asustado. Se ha ido. ¿ Qué ruido es ese? Parece una feria. Deben estar sorteando mi corazón en una tómbola. He de llegar a casa, al amado y seguro hogar...¿ Ha estado usted en España? ¿Conoce a Lorca?

- Pues no, Mr Lancaster.

- Escuche este poema:

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa
mi montura por su espejo
mi cuchillo por su manta
Compadre, vengo sangrando
desde los puertos de Cabra.
Mocito, si yo pudiera
este trato se cerraba
pero yo ya no soy yo
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama
de acero, si puede ser
y sin las sábanas de Holanda
¿No veis la herida que traigo
desde el pecho a la garganta?...

- Hermoso, Mr Lancaster, ¿ Viene a cuento?

- Muchacho, vuelva a ver la película y piense en lo que le he dicho...

( Extracto entrevista con Burt Lancaster, 1970, París).

Fotomontaje y comentario, cortesía de Frank.

Comentarios

  1. Desconocía la presencia de Sidney Polack en la película. La película la vi por primera vez en televisión una madrugada, y recuerdo que durante la primera media hora estaba desconcertado, porque no sabía muy bien que era lo que estaba viendo, cuando termina la película es de esas que te agitan la cabeza y te dejan pensando en ella hasta algún tiempo después. Hay muchos nadadores por la vida.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola.
      Sí, Sydney Pollack tuvo que sustituir al anterior director por discrepancias. Se le atribuyen los momentos más dramáticos. Pero no consta en créditos.
      Una película difícil de descifrar al inicio, extraña, pero, una vez que te te metes en ella, te conquista. Con las revisiones gana mucho.

      Eliminar
    2. Así es, una película que gana cuando se vuelve a ver. Es increíble el aspecto físico de Burt Lancaster que en muy pocos años más tarde, en películas posteriores como Scorpio o Alerta misiles se le ve con más peso y más envejecido.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Inicios y consolidación del Polar. EL GENUINO APORTE FRANCÉS AL NOIR

VIDA EN SOMBRAS (1948), de Lorenzo Llobet Gràcia.

ESCALERAS EN EL CINE

Mujeres con piel de pez. TRENQUE LAUQUEN (2022), de Laura Citarella.