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Mostrando entradas de febrero, 2024

LA CHIMERA (2023), de Alice Rohrwacher

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LA CHIMERA (2023), de Alice Rohrwacher ENLACE AL TEXTO EN LA REVISTA CULTURAL AMANECE METRÓPOLIS Alice Rohrwacher se consolida en su último trabajo como la continuadora del mejor cine italiano de antaño –el neorrealismo que surgió con urgencia después de la II GM por razones históricas y trasunto de la amarga realidad social–, con la singularidad de aportar una pátina de realismo mágico que no ahoga tanto, pero sí se establece como la depositaria de un renovado cine del pueblo, de los desheredados, de la calle; de un cine sociopolítico vestido con su bella forma poética y fabuladora generando biotopos humanos pintorescos que conforman ya un estilo propio en la directora. En esta ocasión firma una reivindicación de la memoria de su país, Italia, donde expoliar lo identitario se convirtió en algo muy común en países con grandes civilizaciones a sus espaldas. Y lo realiza a través de una historia con forma de cuento y mito de manera más sutil (aunque en esencia lo es), que la anterior, La

JEAN GRÉMILLON. EL CINEASTA SIN GENERACIÓN

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JEAN GRÉMILLON. EL CINEASTA SIN GENERACIÓN ENLACE AL TEXTO EN LA REVISTA DIGITAL CINE MALDITO Si existe un director que represente perfectamente el concepto de maldito, sin duda es Jean Grémillon. En el sentido de que, a pesar de haber desarrollado una carrera no demasiado larga (debido a su temprana muerte), pero sí considerable, la sensación percibida sobre su figura es de haber sido condenado a un ostracismo inexplicable –de no pertenencia a ninguna etapa o movimiento en particular caminando en solitario–, pese a la calidad de su obra. Casualidades o no en torno a su “malditismo”, es interesante reflejar que estuvo presente en el nacimiento del Festival Cine Maldito de Biarritz (1949), organizado por Objetif 49 –el célebre cineclub creado por Jean Cocteau y Henri Langlois– con su película “Lumière d’été”. Un festival nacido para difundir el cine de vanguardia, establecer líneas de sensibilidad cinematográficas creando puentes con jóvenes cinéfilos, poco conocidos en ese tiempo, que

LOS FAROS EN EL CINE

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  LOS FAROS EN EL CINE Creo que a casi todos nos fascinan los FAROS.  Esas construcciones imponentes que se yerguen hacia el cielo en parajes a menudo muy singulares (de belleza misteriosa, incluso fantasmagórica) poseen un atractivo que radica en su fronteriza ubicación. Parajes limítrofes y escarpados muchas veces, que se asoman a un mar que produce turbación tratando de contrarrestar con su presencia lo que éste nos supone de amenazante y desconocido, a la vez que de belleza inagotable. El faro representa la seguridad del marino, del viajero que se adentra en el agua para volver, del errante que creyó perderse para siempre. Es la puerta a la zona de tierra que avisa de los peligros de choques en tempestades, la luz que guía y habita entre dos zonas muchas veces incompatibles y que pueden engullir o acabar engullidas con la fiereza incontenible de una de ellas.  Arquitecturas estrechas, sólidas, fijadas fuertemente al suelo para soportar el paso del tiempo y los embates constantes de