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Mostrando las entradas etiquetadas como Cine mudo

La primera espía del cine. PROTÉA (1913). Victorin-Hippolyte Jasset

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La primera espía del cine. PROTÉA (1913). Victorin-Hippolyte Jasset Celebérrimos son los seriales de la primera década del cine francés y mundial provenientes de la literatura policial francesa y estadounidense, las novelas folletinescas por entregas o los suplementos literarios en periódicos de autores consagrados que formularían el germen incipiente del Polar francés (enlace a estudio) , el género galo por excelencia del film noir . Aquellos precedentes de las series de ahora que promovían la intriga y la inquietud por el seguimiento de historias detectivescas, de delincuentes mitificados o investigaciones policíacas proliferaron en el cine por la entrega de un público ávido de relatos relacionados con el crimen. Los más recordados, los de Louis Feuillade –los fabulosos Fantômas (1913-14), Les Vampires (1915-16) y Judex (1916), también Tih-Minh (1918), menos conocido–, pero aparte, muchos directores fundamentales de la época se sumaron después a esa empresa del cine criminal por

"MADRE E HIJA O LA NOCHE NUNCA ESTÁ COMPLETA (2024). Lana Gogoberidze.

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"MADRE E HIJA O LA NOCHE NUNCA ESTÁ COMPLETA (2024). Lana Gogoberidze.  ENLACE AL TEXTO EN LA REVISTA CULTURAL DIGITAL AMANECE METRÓPOLIS La directora georgiana Lana Gogoberidze (1928) sigue activa profesionalmente, un hito que constituye uno de esos milagros cinematográficos que se dan raras veces en la historia del cine, compartiendo privilegio con otros directores nonagenarios que han llegado enérgicos y en plenas facultades a la creación crepuscular, destacando de entre ellos el caso de Manoel de Oliveira, que superó la barrera de los cien en su último estreno. El documental, estrenado mundialmente en Forum del pasado Festival de Berlín, representa una firme apuesta por reivindicar y consolidar la efímera, pero interesante trayectoria cinematográfica de Nutsa Gogoberidze (1902-1966), su madre. Una mujer atípica en la época que le tocó vivir, cuyo padre tuvo el imperturbable y feminista propósito de procurar que sus seis hijas accedieran a estudios superiores, velando por sus d

L’ENFANT DE PARIS (1913). Léonce Perret. Embrión del Polar.

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L’ENFANT DE PARIS (1913). Léonce Perret. Embrión del Polar. Los preludios del cine se dirigieron a filmar la realidad de la calle, todo tipo de exteriores, la gente en sociedad, para evolucionar poniendo el foco en la conducta humana, con temáticas más complejas conforme iba creciendo y consolidándose como catalizador del entretenimiento. Así, pronto llegaría el interés por crear ficciones sencillas que atrajeran a las incipientes salas a un público ávido de historias sobre las pulsiones humanas, sus bajezas, el orden y castigo, lo oculto que derivara en el mal, fruto de la capacidad evocativa del cinematógrafo. Zecca, Guy, Méliès, Chomón, comenzaron con cortos que trataban la delincuencia. Les seguirían Capellani, Perret (director que nos ocupa), Gance, Epstein, Dulac (enlace a reseña) , Jasset, Duvivier (enlace a reseña) o el conocidísimo Feuillade en esa materia de lo delictivo. Primeros e interesantes esbozos de lo que más tarde constituiría el más auténtico y famoso género galo: