"MADRE E HIJA O LA NOCHE NUNCA ESTÁ COMPLETA (2024). Lana Gogoberidze.

"MADRE E HIJA O LA NOCHE NUNCA ESTÁ COMPLETA (2024). Lana Gogoberidze. 


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La directora georgiana Lana Gogoberidze (1928) sigue activa profesionalmente, un hito que constituye uno de esos milagros cinematográficos que se dan raras veces en la historia del cine, compartiendo privilegio con otros directores nonagenarios que han llegado enérgicos y en plenas facultades a la creación crepuscular, destacando de entre ellos el caso de Manoel de Oliveira, que superó la barrera de los cien en su último estreno.

El documental, estrenado mundialmente en Forum del pasado Festival de Berlín, representa una firme apuesta por reivindicar y consolidar la efímera, pero interesante trayectoria cinematográfica de Nutsa Gogoberidze (1902-1966), su madre. Una mujer atípica en la época que le tocó vivir, cuyo padre tuvo el imperturbable y feminista propósito de procurar que sus seis hijas accedieran a estudios superiores, velando por sus derechos, lo cual le abrió un abanico de posibilidades respecto a otras mujeres en otra situación socioeconómica. Así, Nutsa se formó en idiomas, se matriculó en la Universidad de Tiflis, para después marcharse a estudiar Filosofía a Alemania volviendo con aires de libertad, un impulso enérgico hacia la igualdad femenina en la sociedad y ganas de emprender proyectos. Su gran formación le llevaría a introducirse en el mundo del cine como directora, siendo la primera de Georgia, oficio apenas con representatividad femenina en la ya consolidada URSS, exceptuando a Olga Preobrazhenskaya, Nadezhda Kosheverova o Yuliya Solntseva. “Una mujer entre muchos hombres”, como narra en una constante voz en off su hija Lana en el documental. Voz melancólica, quebradiza, en esos recuerdos que funden vida y cinematografía a través de un increíble ejercicio de memoria al que nutre un baúl repleto de objetos cuidadosamente guardados durante años y documentos relativos a Nutsa, así como una pared llena de fotos antiguas, dibujos, recortes de periódicos y todo tipo de informaciones a modo de collage abigarrado que sale en numerosos planos.

Lana Gogoberidze realiza un auténtico tributo a su madre –ayudada en la dirección por su hija Salome Alexi, también directora desde hace años– con este trabajo y a su vez éste se convierte en un ejercicio necesario por apaciguar un sentimiento algo enquistado desde su infancia respecto a Nutsa. Nos cuenta al inicio frente a un tríptico de imágenes de ella despidiéndose de su madre por la partida a un rodaje, que un señor le dijo al ver las súplicas de la niña “si lo que tenía que hacer valía más que el llanto de una hija”. Palabras contundentes e inoportunas que, noventa años después, comenzando el rodaje junto a la investigación y estudio de las pocas películas de su madre, aún se pregunta. Pero el trayecto va fluyendo de forma tranquila, sin aspavientos. Lana Gogoberidze reconstruye su longeva existencia vital y cinematográfica mediante imágenes superpuestas pegadas con cintas azules, trenza extractos de sus películas y de su pionera madre mientras nos habla de ella con afecto. Porque como ella misma dice: “he pasado mi vida junto al cine” y su obra se ha visto influenciada por la amarga historia inicial de Nutsa, a la que ha dedicado en sus películas varios pasajes – en “Waltz on the Petschora (1992) salen mujeres caminando con maletas por un paisaje hermoso, pero implacable en el Gulag y en “Some Interviews on Personal Matters” (1978) el reencuentro con la madre después de diez años– y ha provocado que tenga mucho de autobiográfica, como también hizo la húngara Márta Mészáros con sus “Diarios”.

El devenir no es igual para todos. Depende de en qué lado esté tu vida puede truncarse y con ella tu trayectoria profesional. Nutsa conoció a un chico con ideas revolucionarias con el que se casaría e iniciaría después el rodaje del documental “Mati Samepo” junto a Kalatózov en 1928, además de rodar después “Buba” (1930) y “Ujmuri” (1934) –en el que no ocultaba una alegórica protesta ante la imposición del régimen con esos barros que engullen animales y personas de una zona rural–, pero la llegada de Stalin al poder promovió campañas de represión y persecución en lo que se llamó la Gran Purga o el Gran Terror.

Por esta injusta y terrible razón a ella le censuraron sus películas prohibiéndoselas para siempre, siendo además deportada a un Gulag en el Círculo Polar Ártico y su marido arrestado y asesinado. Un golpe seco para la familia que vendría sin un juicio, ni acusación (siendo calificada como “miembro de los enemigos de la sociedad”) y para una prometedora carrera arrancada abruptamente y que jamás retomó a su vuelta tras diez largos y desoladores años. Películas que estuvieron largas décadas dadas por desaparecidas y que Lana no conoció ni en su juventud, ni madurez. Jamás, cuando emprendió su carrera en los sesenta tuvo una referencia del cine de su madre, no vio nunca un plano sobre el que apoyarse, ni tampoco su madre le habló de esa feliz etapa. Extraño silencio el que recibió Lana cuando Nutsa le ayudaba en sus rodajes, cercenado por el gélido e inflexible contexto político. “Mutismo” invisible dilatado durante demasiado tiempo de esas imágenes poderosas que he podido ver y que quedó soterrado en ese espacio indeterminado sin grito, silenciado, antes de su aciaga vida errante en los helados paisajes por los que vagaban esas mujeres de un campo de concentración a otro soportando inaguantables temperaturas y maltrato.

Planos con muchísima fuerza, subrayados con esos rostros exaltados y un montaje propios de la Escuela de su tiempo, que podrían atribuirse perfectamente a coetáneos consagrados como Dovzhenko, Kalatózov, Eisenstein o Pudovkin. Planos volatilizados, huérfanos de una carrera femenina petrificada en otra historia más sobre la invisibilización por razones políticas y/o de género que surgen con tanta frecuencia. Cabría preguntarse cómo hubiera sido la filmografía de Nutsa Gogoberidze sin esa interrupción forzada, si no hubiera vuelto exhausta de esa larga deportación que, sin embargo, no la movió hacia el odio o resentimiento, sino hacia la compasión, sonriendo y avejentada prematuramente. Jamás hablaría de su tragedia personal en esos nefastos años, se la llevó callada consigo eternamente, pero sí enfocaría su dolor a escribir relatos cortos sobre sus amargas experiencias, que Lana aprovecharía para sus películas. “El cine aliviaría sus penas”, nos comenta con entonación frágil, así como su trabajo como editora gracias a la ayuda de un amigo que desafió la ley que no permitía que las deportadas trabajaran.

Pero el empeño de Lana (que nos narra que nunca dejó de pensar en la obra de su madre) por rescatar esas películas cristalizaría al encontrar en una vieja biblioteca una copia de “Buba”, a la que siguió “Ujmuri”, consiguiendo revitalizarlas para tener una segunda oportunidad en el presente. Así, a los pocos años llegaría el reestreno mundial del Arsenal en Berlín junto a una retrospectiva, París o Corea del Sur con estupendas críticas. En el MOMA “Buba” sería calificado como “un trabajo de perfecta poesía del arte”, apoyado en esas grandiosas panorámicas en las montañas nevadas o los lugareños retratados por Nutsa, sobre los que la crítica Susan Oxtoby expresaría: “Este maravilloso film debería estar considerado al mismo nivel de Las Hurdes, tierra sin pan, de Luis Buñuel”. Tardío, pero digno y merecido reconocimiento a una gran directora, al que se suman su hija y su nieta Salome –“The Female Cinema Dinasty” según el New York Times, única triple generación de realizadoras en el mundo– con sabor a despedida, a homenaje, a cerrar heridas largamente abiertas.

Un documental que se formula como un adiós, un cierre de un ciclo y lo más importante: el redescubrimiento de una madre como directora en la que, a través de su pequeña obra, ha profundizado más y ha conseguido rellenar huecos emocionales, carencias que ha llevado siempre consigo. Ha conocido una faceta de su madre silenciada por ella misma, su forma de rodar, sus inquietudes, sus localizaciones, detalles que la han sorprendido. Ha hallado confluencias y coincidencias entre los cines de ambas que nunca hubiera pensado y que Nutsa le ocultó sin saber la razón, aun siendo testigo de ellos cuando asistía a los rodajes de su hija. Secretos entre madre e hija que ven la luz y las acercan, hacen encajar piezas que faltaban y que constituyen un bálsamo reconciliador para Lana. “Gracias al cine mi madre ha vuelto a mi vida” nos comenta. “Ha vuelto porque la dictadura es temporal, mientras que el arte es eterno. Los manuscritos no arden, incluso cuando los arrojan al fuego”.

Concluye contestándole a ese atrevido señor que le increpó a su madre que “ella debía irse porque partió allí a crear algo que podría devolver a un ser humano a la vida y secar las lágrimas de una niña”. Y así echa la llave a esa cuestión mientras nos mira fijamente a los noventa y tres años que tenía cuando rodó el documental recitando el poema que le da título. Una directora que ha dedicado su vida a dirigir, a crear, con un sentido estético extraordinario, con un pulso feminista en varias de sus obras. Que sale en este último trabajo con el propósito de que la observemos tomando decisiones sobre edición en unas multipantallas, o sobre puesta escena. Que no oculta su objetivo de ofrecer la trastienda de la producción, apoyado en un metacine autoconsciente, reflejo de una deliberada reflexión de su existencia y los lazos tan férreos generados por el cine. Intento de capturar imágenes que materialicen sentimientos, huecos de la memoria. Obra dotada de un ropaje autobiográfico y de la estela de su madre que no puede esquivar, para restaurar de alguna forma sus proyectos frustrados por acontecimientos políticos; porque en realidad este documental también se lee como un recorrido histórico-político de su país Georgia y de la URSS.

Comentarios

  1. Fantástica referencia, nota, ensayo, artículo! Muchas gracias por escribir sobre esta película y su historia ... Vamos aprendiendo conociendo tantas historias desconocidas!!!!!! Gracias gracias gracias Estrella!! Saludos

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    1. Muchas gracias por leerlo. Me gusta indagar sobre directoras desconocidas u otros temas y agrada y anima a seguir si hay interés en ellas como el tuyo.
      Un abrazo.

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