Breves impresiones sobre el cine mudo. HERR ARNES PENGAR (1919), de Mauritz Stiller.

Breves impresiones sobre el cine mudo. HERR ARNES PENGAR (1919), de Mauritz Stiller.

Acudir al cine mudo con asiduidad constituye para mí un bálsamo. Lo que muchos ven en él erróneamente de rancio, exaltado, tan alejado en el tiempo, ¡sin sonido!, que parece no existir, para mí representan virtudes, que lo hacen imprescindible.
Sí, seré añeja, antigua, como lo quieran llamar, pero apelo siempre a las raíces y no solo en lo cinematográfico. Buscar las bases del séptimo arte me parece un justo ejercicio de partida, de reivindicación, de valorar los pioneros que sirvieron de referencia a los siguientes, en un ciclo que no termina.

Maman colibri (1929) . Julien Duvivier.

Qué difícil es inventar de la nada y ellos lo hicieron. Y ya no quiero decir en los albores del cine, cuando ni se sabía si iba a trascender. La más nueva de las artes, compendio de éstas, quizá ha viajado y haya marcado un recorrido muy rápido respecto a las demás y eso le haya pasado factura, pero ahí está.

The Wind (1928). Victor Sjöström.
Coeur fidèle (1925). Jean Epstein.
Lucky Star (1929). Frank Borzage.
Sunrise (1927). F.W. Murnau.

Con mucho desaparecido en las dos primeras décadas por no contar con soportes físicos perdurables a los que traiciona el tiempo, nos quedan, sin embargo, joyas que demuestran la grandeza del cine. Pero seguro que existe un limbo de aquellas que no han tenido su oportunidad y que nos hemos perdido. Imaginémoslas, porque seguro que hay obras maestras entre ellas. A saber los nuevos soportes digitales lo que nos traerán.

Cronofotografía de Étienne-Jules Marey. Previo al cine.
Roundhay Garden Scene (1888). Louis Le Prince. Primer corto de la historia del cine. Previo a la exposición pública de los Lumière.
Georges Méliès.
Julienne Mathieu en "Hôtel électrique" (1908). Segundo de Chomón.
Par le trou de la serrure (1901). Ferdinand Zecca.
The River (1928). Frank Borzage.
Acorazado Potemkin (1925). Sergéi M. Eisenstein.
Docks of New York  (1928). Josef von Sternberg.
Der Letzte Mann (1924). F.W. Murnau. 

He aprendido a degustar el cine mudo en absoluto silencio. 
Llevo unas cuantas de los países del Norte de Europa y Francia en que están presentadas así, "a pelo", y se agradece. La decisión de incluir a veces música en el cine mudo, puede resultar insufrible e irritante, terminando por bajar casi al mínimo para que no contamine la narración. En su tiempo, narradores, explicadores y música en directo le conferirían un especial encanto, pero a mí me gusta mi soledad, mi silencio y mutismo en y ante la pantalla. Que la imagen me absorba per se.
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Sången om den eldröda blomman (1919). Mauritz Stiller. La canción de la flor escarlata.
Ingerborg Holm (1913). Victor Sjöström

Dos de los actores/directores que más nos marcaron de pequeños. Buster Keaton en "College" (1927) y Charles Chaplin en "Modern Times" (1936).

Y he elegido  de uno de los grandes suecos para reflexionar sobre el cine silente. Grandeza mayúscula la que nos ofrece, imágenes tan poderosas, que duelen. Sólo por ver ese mar enorme helado con un barco parado, la comitiva de mujeres y hombres en el funeral, las vestimentas del s. XVI, los sentimientos y relaciones imposibles de los protagonistas, las sobreimpresiones, lo fantasmagórico e hipnótico de su puesta en escena y composiciones cuidadas con esmero, merece quedarse hasta tarde y perder sueño.
Y seguiré...





Comentarios

  1. Otro bonito e interesante post el que nos ofreces!!! El cine silente siempre tiene para mi un plus de encanto. El cine de Mauritz Stiller, lo tengo pendiente. Ya te he leído en otras ocasiones hablar maravillas de él. Cuando lo vea tendremos que comentarlo, Estrella!!

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