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Mostrando las entradas etiquetadas como Cine clásico

VEINTICUATRO OJOS (1954). Keisuke Kinoshita.

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  VEINTICUATRO OJOS (1954). Keisuke Kinoshita. ENLACE AL TEXTO EN LA REVISTA DIGITAL CINE MALDITO Cuando me pidieron realizar un texto sobre una película relacionada con la Educación, así como libertad para elegirla, evité buscar ejemplos contemporáneos porque normalmente me exasperan sus propuestas. Quizás porque me recuerdan demasiado a mi oficio y también por observar con estupor los numerosos errores en que incurren. Sí, sé que pertenecen al terreno de la ficción, pero mi afán por tomarme muy en serio ese contexto debido a mi docencia durante veintiocho años, me hace implicarme de forma subjetiva sin encontrar el disfrute en un escenario, sin duda, apasionante. Por ello, preferí adentrarme (después de pensar en varias menos conocidas y alternativas), y escoger una historia en la que la docencia está romantizada, aunque sin huir de episodios amargos, marcada por sus altibajos emocionales, características inherentes a ella. Historia que desde sus primeros compases sabe a epopeya, q

JEAN GRÉMILLON. EL CINEASTA SIN GENERACIÓN

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JEAN GRÉMILLON. EL CINEASTA SIN GENERACIÓN ENLACE AL TEXTO EN LA REVISTA DIGITAL CINE MALDITO Si existe un director que represente perfectamente el concepto de maldito, sin duda es Jean Grémillon. En el sentido de que, a pesar de haber desarrollado una carrera no demasiado larga (debido a su temprana muerte), pero sí considerable, la sensación percibida sobre su figura es de haber sido condenado a un ostracismo inexplicable –de no pertenencia a ninguna etapa o movimiento en particular caminando en solitario–, pese a la calidad de su obra. Casualidades o no en torno a su “malditismo”, es interesante reflejar que estuvo presente en el nacimiento del Festival Cine Maldito de Biarritz (1949), organizado por Objetif 49 –el célebre cineclub creado por Jean Cocteau y Henri Langlois– con su película “Lumière d’été”. Un festival nacido para difundir el cine de vanguardia, establecer líneas de sensibilidad cinematográficas creando puentes con jóvenes cinéfilos, poco conocidos en ese tiempo, que

LOS FAROS EN EL CINE

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  LOS FAROS EN EL CINE Creo que a casi todos nos fascinan los FAROS.  Esas construcciones imponentes que se yerguen hacia el cielo en parajes a menudo muy singulares (de belleza misteriosa, incluso fantasmagórica) poseen un atractivo que radica en su fronteriza ubicación. Parajes limítrofes y escarpados muchas veces, que se asoman a un mar que produce turbación tratando de contrarrestar con su presencia lo que éste nos supone de amenazante y desconocido, a la vez que de belleza inagotable. El faro representa la seguridad del marino, del viajero que se adentra en el agua para volver, del errante que creyó perderse para siempre. Es la puerta a la zona de tierra que avisa de los peligros de choques en tempestades, la luz que guía y habita entre dos zonas muchas veces incompatibles y que pueden engullir o acabar engullidas con la fiereza incontenible de una de ellas.  Arquitecturas estrechas, sólidas, fijadas fuertemente al suelo para soportar el paso del tiempo y los embates constantes de