GOSSETTE (1923), de Germaine Dulac.

GOSSETTE (1923). Germaine Dulac.

Serie programada durante la retrospectiva que la Cinémathèque française le dedicó a la cineasta en el mes de junio de 2022 y que me propuse verla con urgencia al ser una directora que sigo con pasión. Planteada con seis episodios, no nos hallamos ante su primer acercamiento al serial, pues ya en 1918 rodó “Âme des fous”, también compuesta de seis episodios encontrada y reconstruida hace pocos años. En ese tiempo, la proliferación de películas en serie provenientes de la novela folletinesca gozaba de mucho auge, tal como pudimos observar en la obra de Louis Feuillade, creador de Fantômas, Les vampires y Judex, que con certeza influirían en Dulac.



La importante directora feminista, con una destacable obra vanguardista y que ahondaba en el papel de la mujer en la sociedad, también se vio seducida por la temática criminal y se introdujo con esta serie en asesinatos ligados a la investigación policial, la ambición por las herencias, la posesión, el amor y el drama social. Basada en la novela de Charles Vaye, los títulos de cada capítulo se denominan: 1. La nuit tragique. 2. Le revenant. 3. Face à face. 4. L’embuche. 5. Les lettres volées y el 6. La vengeance du mort.



Con una estructura narrativa que se mueve entre un melodrama de folletín con ánimo comercial para un público ávido de historias pasionales amorosas, personajes maquiavélicos y bondadosos muy polarizados, sin embargo, la maestría de Germaine Dulac no tarda en aparecer en las formas visuales con hallazgos realmente interesantes. Cuando en películas posteriores encontramos algo destacable que nos lleva al impresionismo francés, creo que nos acordamos más de Jean Epstein que de ella, cuando esta directora también desarrolló un lenguaje visual de lo más vanguardista, innovador, experimentador de los recursos expresivos muy similar, pero ella no goza de tanto reconocimiento.



Restaurada en 1987 por Renée Lichtig, “Gossette” posee bastante calidad, no encontrándose ninguna parte deteriorada y se sigue con bastante interés. Philippe es el hijo de los condes de Savières y es acusado del asesinato del marido de Lucienne, amiga de la familia por la que se sintió atraído, por lo que debe huir de la policía que lo acecha en su castillo sin poder despedirse apenas de sus padres. El plan trazado por su primo Robert de Tayrac para convertirse en el único heredero de la familia le depara grandes contratiempos a la vez que a Gossette, una gitana que conoce en su huida y que trabaja en espectáculos itinerantes. El proceso para desvelar la mentira y ser exculpado resulta arduo y repleto de obstáculos a causa de varios personajes pagados por Robert, que se siente además atraído por Gossette a la que acosa y rapta. Un melodrama exaltado con grandes momentos de carga emocional, pero que no está exento también de momentos de humor.



De este predecible y sencillo argumento, sin embargo, lo que realmente interesa es cómo intercala en la narración planos fijos y generales no demasiado interesantes, normalmente en interiores, con otros numerosos primeros planos para aumentar la carga dramática o planos detalle cargados de simbolismo y que procuran subrayar el peso emocional del relato. Observamos una abundancia de planos de manos que se agarran, solitarias, enérgicas, enfadadas, que constituyen acertadas sinécdoques de la narrativa y que expresan por sí mismas los sentimientos personales. 




A destacar los relojes, reflejos en espejos, la amenazante guillotina, una guadaña, miradas inquisitorias, cartas manuscritas relevantes, cuchillos de un prestidigitador; pero donde mejor se desenvuelve Dulac es en los exteriores a los que dota de un mayor dinamismo en la puesta en escena y más ricos en matices. Se suceden interesantes travellings en la persecución policial, planos subjetivos en los automóviles, planos rápidos desde la misma conducción, accidente y vehículo que se precipita rocas abajo con fallecimiento.





Todo un despliegue para la época que compensa el ligero estatismo y reminiscencias teatrales de las partes de interior con un énfasis conseguido con los cierres en iris que se centran en los personajes de la escena y los fondos oscuros que los resaltan.
Pero lo realmente sobresaliente son los fragmentos en los que la directora dota a la imagen de subjetividad, manifestando mediante distorsiones con una lente especial, desenfoques, sobreimpresiones, triplicando objetos, el estado anímico de los personajes. A destacar cuando Gossette está mareada por hambre y cree ver visiones, la parte en que la narcotizan al raptarla y tiene una pesadilla visual fabulosa o la visión desmejorada y oscilante de un bar por el estado ebrio de Philippe.





Como también es importante desde el punto de vista de la narración y gramática visuales el uso constante de flahsbacks que avivan el relato y vuelven a contar partes que se habían quedado en elipsis que creaban un gran suspense. Un suspense definido de forma muy conseguida al final de cada capítulo, que genera un momento de intriga sostenido y ansiado que se desvela al comienzo del siguiente y que el público de la época esperaría con interés. Reseñar que en los capítulos 5º y 6º, cuando se hicieron por entregas, la directora anima a leerlos en un intertítulo en el periódico “L’echo de Paris” antes, donde se estaban editando.



En definitiva, he disfrutado con esta serie, en la que las mujeres poseen una gran protagonismo, son decididas, alguna deportista, valerosas e inteligentes y claves para la historia. Mujeres sumidas en la pobreza, acosadas sexualmente, engañadas y que se redimen con un proyecto humanitario. Hasta creo ver una alusión a la bailarina Loïe Fuller en una escena corta con una artista girando con su vestido vaporoso que recuerda a sus espectaculares y brillantes vestidos dotados de vida. Y me ha agradado hallar elementos que ya me eran familiares en los cortos o mediometrajes que le conozco a la directora, que tanto acudió en su cine a personajes femeninos a la deriva, atormentados o sumidos en el desasosiego.

Un descubrimiento a tener en cuenta.






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